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viernes, 8 de marzo de 2024

FÍJATE

Si te fijas bien
ni tan blanca es la perla,
ni la luna es tan blanca,
ni tan blanca es la espuma.

Si te fijas bien,
el dolor y el color,
son lo que hacen bello
el puro reflejo
que brilla el amor.

Si te fijas bien
la blancura cansa
aburre, satura.

Le falta la fuerza
de la vida pura,
que  en el agua mansa
pierde la dulzura
pudriendo el amor.

Isabel Salas

lunes, 22 de enero de 2024

ARDILLA Y FLOR (AMARILLA)


 Y he aquí,
que en medio de la hecatombe, 
una ardillita de Viena,
antes que mi alma se combe
doblada por el dolor,
me obsequia con una escena
que a los perversos humilla
cuando acerca su mejilla
a la una magnífica flor
que simboliza el dolor
que a nuestro siglo
mancilla.

Entre cambios de gobiernos,
elecciones, votaciones,
terremotos, desconciertos
corrupción y vacaciones, 
esta ardillita ejemplar
con su gesto peculiar
nos recuerda que abrazar, 
besar, oler, disfrutar
acariciar y mecer,
son sinónimos de amar.

Isabel Salas

martes, 4 de octubre de 2022

GACHUPINES



Una greñuda auto ayuda,
(supuestamente poética),
impertinente y bocuda,
exegética y patética,
campa en los campos sin fin
del poema gachupín.

Insultos y palabrotas,
improperios que, a destajo,
chorrean en cuentagotas
junto a cualquier latinajo,
del que poeta esté afín
para añadirle estopín.

Consejos indeseados
pareceres aburridos
opiniones y recados
resuenan como chirridos.

Poemas insoportables
que nos hieren los oídos,
discursos indeseables,
reflexiones,
pedantes definiciones,
basuras indefensables.

Así es la nueva poesía
que nos ha impuesto la joda.

Como cualquier otra moda,
ya que tanto me incomoda,
espero que pase un día.

Isabel Salas






sábado, 1 de octubre de 2022

ALEATORIEDADES



Algunas cosas pasan a la luz del día y otras a plena luz de la noche.


Las hay que pasan desapercibidas y otras que llaman la atención de todos, incluso, aunque no existan.

Muchas suceden entre cuatro paredes y otras, magníficas, sólo entre tus brazos. Cosas que no deberían de haber pasado y otras que desearíamos que pasaran y rezamos para que así sea. Algunas que a nadie importan, y que aún así, se meten en las conversaciones de las vecinas chismosas y unas cuantas que pasan tan a las claras que todos se deslumbran y ni las ven.

Las hay que pasan lentamente, como los días sin ti y las que lo hacen a la velocidad en que la limonada baja por la garganta en días de verano. Rápida y mística, haciendo que te quieras hincar de rodillas ante el altar del Dios del hielo.

Cosas que me pasaron contigo y otras que sucedieron cuando ya te habías muerto, (ido, callado, mudado, casado) y tengo que contártelas de noche, en mis sueños, llorando a veces, imaginando que me oyes.

Me pasan cosas imposibles de creer y otras tan absurdas que ni merece la pena contarlas. Coincidencias increíbles, misterios insondables, enamoramientos inexplicables, deseos inconfesables, hambres incontrolables, ganas de reír, de llorar, de morir, de vivir, de parar, de parir, de seguir, de sembrar, de dormir, de escribir o de mirar por la ventana esas ramas mecidas por el viento.

Tan dulcemente.
Tan hojas vivas, tan juguetonas, tan llenas de susurros, tan esperando la lluvia,  tan del agrado de mi gata.

Pero llega gente, me traen regalos o noticias, y hacen que tenga que alejarme de la ventana. Gente que me cuenta chistes, me distrae, me enseña nuevas recetas de buñuelos o comparte secretos conmigo que preferiría nunca haber escuchado.

Hay hombres que me tocan la guitarra para enamorarme y otros que me tocan las tetas para calentarme. Algunos fingen que me desean para tratar de conseguir algo de mí y otros que no me quieren aunque sus manos y sus ojos me coman viva.

Hay momentos de paz y otros de guerra, de recapitular, de quemar naves, de rendirse, de construir, de decidir, de destruir, de irse, de posponer, de llegar, de bailar, sacarse el carnet de conducir, de beber, de descansar, de discutir, de arreglar el armario, de limpiar las ventanas o de hacer sexo oral.

De alejarse.
De volver.

De arrepentirnos, de pedir perdón, de pedir permiso, de pedir la vez en la fila, de pedir favores y de imponer.

De mandar flores o de  mandar a la mierda.

De dar la mano, de dar la razón, de dar por bueno lo nefasto, por perdido lo que no nos ama, de dar las gracias o de dar la enhorabuena. De hacer la cama o de deshacerla hasta sacarle sangre, de hacer bizcochos y de hacer oídos sordos.

Así es la vida, una sucesión de anécdotas, de comidas, de actos, de canciones, de risas, de orgasmos, de frases, de viajes, de poemas, de besos, de maletas, de gatos, de ginecólogos, de bibliotecas, de señas de wifi, de pediatras, de colores para las uñas, de abrelatas.

Y así son las cosas.
Aleatorias.

Como el baile de las hojas de la ventana, como la vida.
Como las caricias de mi gata.

Tan impredecibles.

Isabel Salas




martes, 2 de agosto de 2022

BESO TENAZ



Trigonometría,
y el agotamiento.

Aquel beso en el parque
y la algarabía
del acoplamiento.

Hora de dormir.

Tiempo de parar,
de desaturdir,
reconfigurar
y redefinir.

Hora de soñar.

Cromatografía
del derrumbamiento.

Aquel beso en el parque,
polarimetría
del consentimiento.

Hora de dormir.

Y ese beso,
que regresa vez tras vez
a decirme buenas noches.
con la misma calidez.

Y ese parque
y esa luz.

y de nuevo tu beso.

Charque
y cruz.

Isabel Salas

jueves, 14 de julio de 2022

DERROTAS

 

Te cuento, amor,  

que a mí 

no siempre me fue bien.


He cantado entre sollozos

más derrotas que victorias,

y con pretendidos gozos

sufrí más penas que glorias.


Desde el inóspito andén

 vi alejarse muchos trenes.

Y con miedo constaté

como, uno a uno, caían

los mangos de mis sartenes.


Mis pies dieron tropezones,

mi alma ha perdido batallas,

me han mentido mil cabrones

y he tirado, derrotada, 

contra el suelo, mis toallas.


Igual debo confesarte

que por mi parte,  he fallado,

he perjurado y robado.

He perdido la paciencia, la razón

y la inocencia.


También inventé patrañas.

Amé y odié sin clemencia

con la hiel de mis entrañas

salpicadas de demencia.


He conocido el dolor

del corazón traicionado,

he tolerado tocones,

he bebido, he fornicado

he fumado y vomitado

sobre el tul de mis blasones.


En fin, amor,

no soy santa.

Llego a ti damnificada,

abusada, rezongona,

asustada y afrontada.

Remolona y fanfarrona.


Mucha espina y poca flor,

pero una gran compañía

dipuesta a alegrarte el día

y a regalarte mi amor.



Isabel Salas














domingo, 1 de mayo de 2022

UN POEMA PARA TI


No siempre tengo un poema para ti.

Algunas veces es sólo una frase,
una puerta trancada con cerrojo,
dos vidas para la siguiente fase,
o el brote doloroso de un redrojo.

A veces te doy espinas sin la rosa,
te regalo silencios bifurcados,
te golpea la rabia de mi prosa,
te hieren mis dardos envenenados.


Tengo también la pena del despecho,
 heridas abiertas que hasta hoy respiran,
un amor dormido enterrado en mi pecho,
flores muertas que de noche suspiran.

Y a veces mi dolor se vuelve llanto,
otras mi gris congoja te golpea,
me escondo bajo el negro de mi manto
y deseo la suerte de la fea.

Isabel Salas


domingo, 6 de febrero de 2022

AZÚCAR Y LIMÓN

                                         

 Azúcar y limón,
uvas con queso 
y miel.

Boca 
y pezón.
Tiempo, 
tinta y papel.

Brazos y piernas,
boca caníbal. 
Piel
y sudor.

Mordidas tiernas,
piedra 
y cincel

Puro deseo, 
sexo 
y amor.

Isabel Salas

jueves, 27 de enero de 2022

EN LO OSCURO



Cierro los ojos,
despacio, 
dulcemente,
y allí estás tú,
respirando escondido,
en las sombras más negras
y heladas,
de mi mente.

Aún vivo,
todavía latente,
como un dolor eterno
dispuesto a no dejar de palpitar
mientras el corazón, 
no mande a los pulmones,
parar de respirar.

Y me quedo tan triste,
cuando te veo,
y duele tanto,
saberte entre las sombras
donde puedo sentirte,
y aún sin tocarte,
olerte
y respirarte.

Yo,
que quise quererte,
a plena luz del sol,
hoy sólo puedo amarte,
cuando cierro los ojos
y te encuentro 
en lo oscuro
del callejón del alma
donde no brilla día
ni luna, 
ni farol.

Pura negrura,
oscuridad total,
amor herido, 
perra locura.

Reencuentro que sueña ser letal,
pero es cobarde, 
inepto, ineficaz.

Herida sin clausura
que, al final,
no mata ni consuela. 

No desata,
ni cura.

Isabel Salas




lunes, 20 de diciembre de 2021

ERIC



Soñar contigo es despertarme con la misma sonrisa de los veinte años y sentir de nuevo tu mano en la mía. Es recordar quién soy, es recargar las pilas de mis conejitos tamborileros y es, sobre todo, sentir el inmenso placer de comprobar que el tiempo no consigue que mengüe ni un poquito aquel cariño nacido entre mangos y barcos pirata.

Me gusta que funcione el truco de pensar en ti cuando voy a dormir y escuchar como empujas la puerta de mi noche para sentarnos a mirar la luna mientras conversamos. 

Trato de sonsacarte detalles de cómo es la vida que nos aguarda después de ésta y siempre cambias de tema como cuando hace años te preguntaba sobre las cosas que preferías callar, con bromas, cosquillas, cajitas con regalos y promesas imposibles.

Soñar así, contigo, me llena de alegría, de nostalgia, de amor, de ganas de hacer pan, de higos robados, de arrullo de olas, de aroma de vainilla y de canciones. Son buenas noches las que sueño contigo. Me dejan siempre el sabor bonito de las buenas horas, que vivimos juntos.

Y como siempre, al despedirnos, tienes la frase exacta, la palabra perfecta para hacer que mis lágrimas no quemen tanto y el temblor de mis labios se transforme en sonrisa.

Esa sonrisa hermosa de los veinte años cuando ninguno de los dos guardaba, en secreto, informaciones confidenciales sobre el más allá.

Isabel Salas



sábado, 4 de diciembre de 2021

PRIMAVERA



Cada día me gustan más las encrucijadas, esas posibilidades desdobladas que de pronto la vida me regala cuando casi no recuerdo el olor de las sorpresas.

Esos momentos, anticipadores de derrotas aún no nacidas, en que una brisa templada llega desde la esquina del universo que queda justo detrás del valle de las promesas rotas, cerca de los inviernos sin leña, y me rodea como un abrazo.

Cuando el guionista de mi vida recobra su sentido del amor y despliega ante mí un abanico de alternativas repleto de promesas y caminos sombreados por árboles frondosos que esconden una decisión debajo de cada hojita.

La primavera decide disfrazarse de maleteros abarrotados y noches de vino tinto para alterar mi sangre por enésima vez. Calma mi alma sin que parezcan importarle las nuevas arrugas ni las últimas lesiones. Me invita de nuevo a soñar con las alegrías que se esconden en la penumbra de cada nueva curva y cada futura decisión.

Todo es posible de nuevo.

Otra vez es primavera y el regalo es estar vivo para poder elegir.

Isabel Salas

jueves, 25 de noviembre de 2021

PARISES


Algunas noches, ante algunos fuegos, he sentido la necesidad imperiosa de alimentarlos quemando algunas cosas que nunca imaginé quemar. Es tan fácil dejarse llevar por ese entusiasmo piromaníaco, espontaneo y casi  infantil de ver arder algunas cosas... 

Faldas que nos recuerdan momentos grises, dibujos de niños que ya han crecido, Romas, fotos que no significarán nada para nadie ahora que ya no significan nada para mí, Troyas, zapatos, Parises, camisas, Lisboas, tickets de teatro, fábricas textiles con humos morados, cartas del banco, carnets de biblioteca, talonarios del banco Santander de alguna cuenta conjunta, otra camisa, el otro zapato, una caja de madera de guardar recuerdos y otro montón de cosas que sólo echo de menos cuando me olvido que las quemé y las busco para mirarlas a los ojos.

Y entonces no sé si algunos fuegos me convocan, sin querer, a hacer tonterías,  si algunas cosas nacieron para ser quemadas, antes o después, o si el problema soy yo, que me dejo embrujar por las llamas y termino quemando algunas cosas que no había imaginado quemar nunca y luego quiero volverlas a mirar y ya no están y me quedo desorientada y triste sin poder leer los dos nombres juntos en los putos cheques de la maldita cuenta conjunta del banco Santander, sucursal Larios, nueve.

No sé si la culpa es mía por ser una piromaniaca infantil arrebatada por entusiasmos espontáneos irresistibles o es de algunos inviernos, que son demasiado fríos y duran demasiado o de algunas noches, que se llenan de fuegos muertos de hambre, habitados por llamas que se ríen de mis fotos y de mis Parises y simplemente, se los quieren comer.

Isabel Salas

viernes, 1 de octubre de 2021

SIN CONDICIÓN



Ese momento
(glorioso)
en que el hombre
que te gusta,
te comenta
(receloso)
que un raro azar
lo atosiga.

Un tormento
(lo persigue),
lo fustiga
y lo castiga
sin que nada lo mitigue.

De él,
tan solo las más tontas
consiguen enamorarse,
seducirlo,
encapricharse
(perseguirlo)
y después, ante el descaso,
(joderlo)
y encabronarse.


Y también
te sientes tú
tonta igual
(a las demás),
antes de pestañear
y ponerte a elucubrar
si conviene persistir
o (si es mejor)
desistir.

Concentrarse en olvidar
y buscar 
alguien mejor
(con quien tus sueños cumplir)
que aún confíe
en el amor
y ajeno a la decepción,
libre de esa maldición,
te entregue su corazón,
sin ninguna
condición.

Isabel Salas

miércoles, 21 de julio de 2021

SOÑAREMOS


Todo de ti me quema,
tocarte o alejarme, 
hablarte,
responderte,
ignorarte
o callarme.

Todo de ti me gusta,
mirarte o esconderme,
olerte,
conocerte,
escucharte
o admirarte.

Y por eso me escondo,
por temor a tus llamas,
y por eso te rondo
por si acaso me amas.
me miras,
o me llamas.

Y aún sabiendo que tú,
ignoras mi cariño,
y que soy un tabú
me quedaré un poquito,
cercana y en silencio,
feliz,
a tu ladito.

Después me alejaré,
seguirás tu camino.
Te irás, 
me marcharé,
buscarás tu destino.

Y los dos soñaremos
con el amor de fuego 
que pudiera haber sido.

Isabel Salas



miércoles, 7 de julio de 2021

VUELO LIBRE



Que triste debe ser vivir en modo bolero, amando sólo una vez y arrastrando orgullosamente esa maldición como un paraguas impenetrable, siempre abierto, que impide con su dulce y total renunciación que te calen las gotitas frescas de otros amores. 

Hace muchos años yo misma anduve cerquita del precipicio de los amores únicos, lloré hasta acabarse todas las lágrimas que mis ojos eran capaces de producir y después decidí que esa misma capacidad de amar seguiría intacta e inmortal porque era mía, no dependía de nadie más conservarla o cuidarla y menos aún de los hombres a los que yo pudiese llegar a amar, me correspondieran o no.

Era mi responsabilidad mantener la llama encendida y mi derecho invitar a otros a entrar en mi caverna a disfrutar del fuego eterno de la hoguera entrañable y así ha sido y así sigue siendo. Otros amores vinieron después de aquel y cada uno de ellos ha dejado marcas indelebles en mi sonrisa y en el brillo de mis ojos. 

Me gusta caminar así por la vida, sin paraguas y sin dudar de mi capacidad de volver a enamorarme, incluso cuando no me retribuyen el amor, me siento afortunada de poder reconocer las maripositas que nos vuelan por dentro ante la cercanía de los seres amados. Algunas llevan tantos años conmigo que hasta las conozco por el nombre, me sonríen y a veces, nos sentamos juntas a respirar rayitos de sol.

Hace unos días llegaron unas nuevas, se mezclaron con las de siempre y ya se han instalado. Parece que llegaron directamente desde un corazón clausurado que decidió cerrarse por derribo tras un desengaño. Estaban asustadas y tristes, pero ya están mejor, felices de haber llegado hasta mí, ansiosas por alborotarse cuando dentro de unos días llegue nuestro primer beso.

Yo también estoy un poquito impaciente, siempre lo fui,  me cuesta esperar cualquier cosa que deseo y los años no me han servido de mucho para mejorar en ese punto. Mientras llega el momento, admiraré  el vuelo incansable de mis mariposas, sus piruetas, los pasos de baile que parecen dar cuando varias de ellas se enredan en alguna coreografía improvisada o cuando se elevan  por encima del bien y del mal y se dejan caer como flechas de colores al encuentro del blanco perfecto, en caída libre.

Así es como más me gustan, saltando en vuelo libre, como lo hago yo, como lo hice tantas veces y como lo volveré a hacer cuando llegue el momento de abrazarme a tu abrazo.

Isabel Salas








miércoles, 2 de junio de 2021

NEFELIBATA





Desde el desesperado acmé 
de mi nostalgia,
desgalichada y rota,
por enésima vez,
me senté a terminar 
este poema. 

Abuhados versos de rimado sema,
que puedan mitigar 
mi cardialgia
e inundar ¿Por qué no?
de sutil esperanza
la soledad perenne
del grafema.

Siempre nefelibata y soñadora,
todavía confío en tu regreso,
y entre jipidos de exasperación,
ansiosa, aguardo el retornar
del amor nueso.

Envuelta en barbiana consunción
nace y rebrota
expectante y tenaz
la ilusión amorosa 
que sana el corazón
de mi alma rota.

Isabel Salas

martes, 4 de mayo de 2021

PRECISAMENTE


Y justo ahora, que mis azules y mis anaranjados se vuelven grises, mis ojos y mi pelo aprendieron, por fin, a resplandecer sin luna o sin estrellas, emanando por sí mismos inesperados brillos, que nacen aleatoria y espontáneamente sin aviso previo.

Precisamente ahora, después de desprenderme de tanta basura mitocondrial, religiosa y social, he logrado dejar en el camino tanto lastre inútil, que mis baúles cargan ahora toneladas de espacio para que quepan en ellos todos los tesoros del mundo. 

Hoy, son capaces  de  guardar lo que tanto tiempo aguardaron y pueden al fin, cumplir la misión sagrada de atesorar momentos y  vivencias valiosas libres de tantas bisuterías fútiles.

Isabel Salas




miércoles, 14 de abril de 2021

MUCHO PEOR





Llovía.
Yo necesitaba un techo
y él, en su agonía,
un saco de boxeo
donde descargaría
la ingrata frustración
de su macheo.

Ambos cumplimos.
Los dos sobrevivimos
al contradiós 
de aquella yuntería.

Tras descampar retorné al mundo
rota, seca y dispuesta
a retomar mi rumbo.

Con cierto gozo,
desde el altar sagrado,
de su alma hueca,
él comprobó el destrozo
de sus manos amadas
y lamió sus heridas
ensangrentadas.


Podría ser peor.
Mucho peor sería
caso la sangre,
que su lengua lamía
sin pena ni tremor,
en vez de suya
hubiera sido mía

Isabel Salas






sábado, 10 de abril de 2021

QUESO RALLADO



Al perro del vecino le falta un pie.

No sé cómo se llama ese hombre, nunca he hablado con él, ni con nadie de su familia. Tampoco sé cómo se llama su perro, pero debo confesar que con él, ese peludo lleno de nervios y de estrellas en los ojos, sí he hablado.

Al principio eran palabras sueltas, un vete, un qué haces.

No es que fuera mi intención hablarle, pero no me quedó más remedio, pues cuando salgo, desde las afueras (donde vivimos) hacia el centro de la ciudad, (donde están el resto de las cosas), ese perro cabezón se viene conmigo.

Nuestras conversaciones se limitaban a un vuelve a casa perro imprudente, un no me sigas o como mucho, un no te conozco, un no me mires, e incluso, un agresivo no te voy a cuidar, pero supongo que debe ser sordo además de cojo porque no hace caso,  ni mucho ni poco.

Lo que sí le funciona muy bien es el rabo, lo mueve con tantos matices que es como si hubiera inventado, él solito, el lenguaje de señas para que los humanos pudiéramos comprender lo que dicen los perros.

En general no me gusta andar con perros sueltos por la calle, ni con los míos ni con los ajenos, porque hacerlo me hace temer miles de cosas. Que alguien se asuste, que lo atropelle un coche, que el animal pueda abalanzarse sobre una moto ruidosa y que el gilipollas que va montado en el trueno del infierno se caiga y encima quiera daños y perjuicios por sus putos dientes o lo que es peor, que el perro quiera entrar conmigo (y entre) en la tienda de la esquina, esa que lo vende todo a granel, y se ponga a comer ración de los sacos de comida de gato.

Que por lo que sea, a los perros, les encanta.

Por cierto, a mí lo que me encanta es comprar queso rallado a granel. En los paquetes de queso que venden en el supermercado nunca viene la cantidad ideal de queso que mi hija pequeña y yo gastamos en nuestros platos de espagueti. Si abrimos dos, sobra del segundo y si abrimos uno, nos falta para sentir que el día fue perfecto. 

Por lo tanto salir a dar un paseo y llegar hasta la tienda a comprar la cantidad exacta de queso rallado, es uno de esos placeres solitarios que, como la masturbación (ya sé que las ideas se asocian sin querer, al menos en mi pervertida mente), prefiero disfrutar sin un perro cojo a mi lado. Mi lado dramático y mi inclinación natural hacia lo romántico-festivo  se desbordan fácilmente, y acabo no entendiendo muy bien como mis pensamientos divagan plácidamente desde el inocente queso al onanismo, pero así es.

El caso es que este perro testarudo nunca hizo caso de mis quejas ni de mis amenazas. Con el tiempo, comprendí que por alguna misteriosa razón le gustaba acompañarme, y se volvería para su casa cuando le diera la gana a él y no cuando me pareciera bien a mí.

Así que poco a poco mis frases se fueron convirtiendo en conversaciones impregnadas de consejos y salpicadas de confidencias. Pasamos del vete, al ten cuidado con ese camión y paulatinamente, hemos llegado al hoy te voy a contar la tarde en que Manuel me desabrochó unos botones de la camisa mientras me explicaba, lleno de razones,  por qué no debíamos querernos ni gustarnos.

Pasamos del pinche perro cojo desobediente vete a tu casa que no eres mío, a llamarlo disimuladamente cuando voy al pueblo. Reconozco que me alegra el paseo cuando se viene y que los días que está distraído con otras cosas, lo echo de menos.

Aún no sé su nombre porque preguntarle a su dueño como se llama, me parece tan inconveniente como  preguntarle cual es el postre preferido de su hijo menor. Cosas que no se preguntan y ya está. Asuntos particulares.

Yo le digo vente, feo y él, se viene.

Le susurro discretamente perrito voy a por el queso, ven y te cuento lo de Ramón y el boicot a los productos de Tordesillas, o lo de aquel chico que me decía que mis manos eran de princesa y mis ojos de agua del arroyo claro y terminó queriendo convencerme de que el semen es bueno para la caries.

Y él, cuando puede, se viene conmigo a conversar y a caminar. Yo hablando alto con mis dos pies, confesándole todos mis crímenes y mis romances  poco a poco y él, con los tres suyos y sus contagiosas ganas de hacer amigos.

Nunca tenemos una discusión.

Con el tiempo terminé poniéndole un nombre secreto que sólo él y yo sabemos. Nunca fue mi perro, y nunca lo será, siempre será el perro de mi vecino, pero podría decirse,  sin faltar a la verdad, que somos amigos muy próximos.

Ya dimos muchos paseos y con el tiempo aceptó mis caricias además de mi compañía. Ahora hasta me lame y permite que le quite algunas pulgas.

Sin embargo, todavía no sé si le gusta el queso rallado.

Isabel Salas


lunes, 21 de diciembre de 2020

REALIDAD



La realidad no es siempre bonita.

Demasiadas veces es fea, cruel y dolorosa y a mí me han tocado a veces realidades que no se las deseo a nadie, ni siquiera a la gente más cabrona que ha pasado por mi vida.

A menudo las cosas se complican  como consecuencia de nuestros propios errores, malas decisiones que cuando se desbocan en modo "dominó" nos sepultan bajo una cascada de catástrofes, pero otras veces son las decisiones de otros las que nos joden vivos, padres que traicionan y abandonan a nuestras madres y a nosotros de camino, maridos que vuelven a beber después de haberlo dejado supuestamente para siempre, hermanas prostitutas, sobrinos drogadictos, perros enfermos o madres incapaces que se preocupan más por inflarse las tetas con silicona que con lo que sus hijos necesitan.

Hay tantas maneras de sufrir a diferentes edades por nuestra culpa o por culpa de los demás que la lista es infinita.

No sé como podríamos evitar vivir esas experiencias o si se pueden evitar. Con el tiempo nos hacemos más cautelosos y meditamos más nuestras propias decisiones, pienso que, tal vez, si acumulamos sabiduría junto con los años podremos aprender a no ser nosotros mismos los arquitectos de nuestras desgracias.

Tal vez.

Sin embargo jamás podremos evitar que nuestra mascota enferme o que nuestro padre se vaya de putas y no regrese, especialmente cuando somos niños y ni sabemos que son putas o porqué le gustan más que nuestra madre.

Tampoco podremos evitar jamás que nuestros primos o nuestros amigos tomen decisiones equivocadas o nuestros hijos se metan en callejones oscuros sin salida. Todo eso sin que seamos malos hijos, malos hermanos, pésimos tíos o los peores padres o madres, simplemente no podemos evitar lo que otras personas deciden hacer con sus vidas aunque eso nos provoque sufrimiento y aprender a aceptarlo es muy lento y doloroso.

Ante esa realidad lo que sí cambia es como las personas se enfrentan a las circunstancias.

Veo, por un lado,  gente que se culpa a sí misma de todo,  todo el tiempo y por los siglos de los siglos. Por lo visto han leído en algún libro de auto-ayuda que todo lo que nos pasa es responsabilidad nuestra y se lo han creído. Gran error, muchas cosas no son culpa de nadie, acuérdate de los dinosaurios, les cayó el padre de todos los meteoritos encima, los mató a todos y ellos no creo que hubieran hecho nada para merecer ese destino cruel, la verdad. Esas chorradas de la auto-ayuda son a veces muy dañinas y en vez de ayudarte, terminan jodiéndote más.

Estas personas viven tristes y derrotadas, aplastadas por la culpa y siempre candidatas a las sectas, a las depresiones y a vivir tratando de dar pena

Por otro lado veo gente que intenta sobreponerse a los pesares, cogen los toros por los cuernos, por el rabo o por los huevos dependiendo de por dónde lo pueden agarrar, miran de frente lo que les cae encima y separan muy bien lo que es culpa de ellos o de alguien  y lo que es casualidad. No suelen vivir buscando culpables sino buscando soluciones, son personas con un gran sentido práctico y muchas veces hacen cosas increíblemente heroicas para salir de los agujeros donde ellos mismos se han metido o algún cabrón los ha empujado.

No es que estén siempre felices, pero saben sonreír, a pesar de los pesares, en los momentos en que buenamente se puede.

Y por otro lado hay gente también a la que observo con una mezcla de sorpresa y miedo. Son personas que para gestionar toda la realidad que no les gusta viven inventando realidades paralelas, idealizándolo  todo, sea para el lado bueno o para el malo.

Lo mismo pueden hablar con amorosa devoción del padre irresponsable que los abandonó o adoran a sus hermanos problemáticos, disculpándolos por todo como si en vez de ser canallas desalmados, cometiesen simples travesuras sin importancia, que pueden también demonizar a quien ellos consideran el perfecto buey expiatorio para cargarle todas las culpas del universo y así sentirse ellos libres de responsabilidad. 

Escogen voluntariamente vivir en el mundo de los colores inventados y nadie los baja del burro. He convivido con gente así, tanto con los que no quieren ver problemas en nada, insistiendo que son felices y afortunados "Peterpanes" sonrientes, como con los que ven problemas en todo y culpan a los demás de cada cosa errada que les sucede.

Tanto unos como otros han sido fuente de mucho sufrimiento.
Mucho.

Sigo aquí, pese a todo, y trato de aprender de todo y de todos, intento ver la realidad con los ojos bien abiertos y procuro responsabilizarme sólo de lo que honestamente creo que es culpa de mis decisiones infelices. Como dice el famoso Zombi de Pachuca, mi querido amigo Tonatiuh, qué es la vida sino la oportunidad de equivocarnos. 

Yo he metido la pata  de todas las maneras y algunas veces también, de casualidad, he acertado. Es cierto que pocas, pero sí, algunas cosas han salido bien y siempre he sido la primera sorprendida sin entender muy bien que lotería cósmica me había tocado.

Cuando otros tienen la culpa de las cosas que me hacen sufrir, lo veo claramente aunque no siempre lo disculpe y me cueste trabajo perdonar algunas cosas.

Por último entiendo que ante cosas que son inevitables no vale buscar responsabilidades sino soluciones pues los meteoritos existen y a veces nos caen encima. Es lo más difícil para mí, aceptar eso, me ha costado mucho entenderlo pero ya no tengo dudas, los meteoritos no son espejismos, son pedruscos de diferentes tamaños que caen donde les toca sin premeditación ni fatalismos.

Muchas personas me han preguntado en los últimos meses dónde busco inspiración o si lo que escribo es real y esta ha sido mi manera (rara) de responder: la realidad, tal y como yo la intento ver, es la mayor fuente de inspiración que conozco.

Basta tener el valor de mirarla de frente y saber ser honesto con uno mismo para que no nos falten el valor ni las palabras para hablar de ella, vivir en ella o escribir sobre ella.

No siempre es bonita, muchas veces es fea y debe ser eso lo que nos inspire a tratar de cambiarla. No idealizarla  ni odiarla. Luchar por cambiar nuestra propia realidad y por qué no, cambiar también la del mundo en la medida que podamos dejándolo un poco mejor de lo que lo encontramos. Así de sencillo y de ambicioso.

Así de utópico y así de posible.


Isabel Salas