Comparo mi vida con el tiempo que le lleva a una estrella hacer cualquier cosa y me doy cuenta de lo rápida que está pasando. Como soy efímera. Soy más fugaz que cualquier estrella y eso me hace sonreír. No soy un polvo cualquiera, soy polvo de estrellas fugaces.
Cuando en septiembre de 2014 inicié esta aventura literaria abriendo mi blog y la página de Facebook, sólo contaba con el apoyo de mi familia y de mi amigo Eric a quien dediqué el segundo volumen de la colección. A lo largo de las semanas y de los meses otras personas fueron sumándose a este proyecto prestando su apoyo de muchas maneras, algunos por unos días apenas, otros por meses o años, algunos por amor, otros por amistad o por compartir recuerdos de infancia, porque no tenían otra cosa mejor que hacer o porque de verdad les gusta mi trabajo y quieren que otros lo conozcan también. Todos los motivos son válidos y a todos ellos les doy las gracias de corazón. Creo que en todos he pensado al levantarme hoy y ver que el blog casi está llegando ya a las 300.000 visitas. Sé muy bien que conseguir que las personas visiten un Blog donde se lee gratis no es lo mismo que vender libros y poder vivir de eso, con lo cual estoy muy lejos de poder ser considerada una escritora profesional, sin embargo, ese era mi sueño hace poco más de dos años y lo sigue siendo. Muchos me dicen que es imposible y que debo ser más realista, yo sigo pensando que es posible y por eso trabajo, porque de verdad creo que se puede, y que si otros pudieron, yo también podré.
Cuando me desanimo, días como hoy me devuelven las ganas de seguir intentándolo. No sé quienes son estas personas, para el contador del Blog, son simples numeritos, para mí son mucho más. A todos, un beso. Isabel Salas
Después de un interesante debate con otros cinco compañeros blogeros y escritores sobre si es más usual que los lectores se interesen por prosa o por poesía, ahí están los datos de mi blog.
Esas son las diez entradas más vistas del último mes y como yo sospechaba sin haber analizado aún los datos exactos, es casi lo mismo, aunque en este caso, el marcador es de seis a cuatro a favor de la poesía, otros meses es al contrario, así que en mi caso (insisto, y no me llaméis cabezona 😶😶😶) no hay mucha diferencia.
Me preguntaron también si yo recomendaría tener un blog de prosa y otro de poesía separados y mi respuesta es un categórico NO. Realmente no veo necesidad, y os explico porqué: este año espero publicar mi primera novela y hablaré sobre ella aquí también, en el mismo blog de siempre que ya no es sólo mío, sino de todos los que lo disfrutan y lo visitan.
Entiendo el Blog como un espacio personal dónde cabe todo lo que el autor haga, sean poemas, recetas de bizcocho, fotos, canciones, o crónicas de sus viajes y tener dos o tres blogs para tocar cada temática por separado para mí está fuera de cuestión por tiempo y por disposición, así que pretendo seguir publicando todas mis cosas en un blog nada más y si algún día cambio de plataforma será siguiendo el mismo esquema de tenerlo todo junto.
Por último y respondiendo a otras personas que están comenzando con sus blogs o sus páginas de escritor, no creo que haya ningún secreto, simplemente comparto en Facebook y en +G las nuevas entradas y las personas que se interesan vienen a leer.
No me molesta explicar lo poco que sé sobre esto, porque no soy ninguna especialista y si algunos fines de semana las visitas se disparan, no entiendo muy bien a que se debe aunque creo que la casualidad tiene mucho que ver y el hecho de que entren personas que compartan con sus amigos pues eso amplía los círculos exponencialmente sin que en realidad dependa de algo que podamos decidir hacer o no.
Cualquier otra cosa, por email o en el FB sin problema lo responderé (si lo sé, que tampoco sé mucho).
Hoy planeé desbloquearte para decirte que vi
a alguien parecido contigo y pensé que eras tú. Contarte que me acerqué y lo
miré y él se asustó cuando lo cogí de su brazo, lo sacudí y le hablé en español.
No eras tú y él no me entendía, pero fue amable y me invitó a un café,
Hablamos de amores virtuales y me hizo reír con sus propias experiencias en el
asunto. Le comenté que a lo mejor te contaría lo que pasó, pero él me dijo que
si nunca me quisiste no cambiarías de opinión porque tu doble viva aquí cerca.
Tal vez ni un ejercito de zombis invadiendo mi ciudad te haría quererme.
Hace veinte años,
a esta hora, yo estaba en Campinas, una ciudad del estado de Sao Paulo,
comiendo un enorme plato de pasta porque mi ginecólogo quería hacer una
monitorización fetal y por lo visto después de comer las embarazadas sus bebés
se mueven más.
La hicimos y la
niña estaba bien. A pesar de tener una vuelta de cordón alrededor del cuello y
de mi ansiedad porque desde hacía varias horas sentía que se "movía
menos", todo indicaba que en pocas horas empezaría el parto y aunque yo
estaba muy preocupada le pregunté lo más sencillo, "si fuera tu hija,
esperarías a ver como se presentan las cosas o harías una cesarea?"
Él dijo, yo esperaría.
Decidí confiar en
él a pesar del miedo y de la preocupación por aquella vuelta de cordón. Regresé
a casa con mi marido y mi hermana y como dijo el doctor, a las pocas horas
empecé con las contracciones y a las ocho de la noche estaba llegando al
hospital.
Un poquito después
de media noche nació mi hija mayor, sin anestesia ni nada porque me dan miedo
las inyecciones y me pareció mejor estar espabilada y atenta para poder empujar
con ganas y terminar antes.
Mi hija hoy es una
mujer de la que me siento muy orgullosa, una persona a la que amo y admiro
mucho. Como hija me ha dado muchas alegrías y poquísimos disgustos y como
hermana es la alegría de mi hija menor, que ve en ella un ejemplo a seguir y
alguien a quien admirar. Ver el amor que se
tienen es mi mayor fuente de satisfacción, incomparable a ninguna otra cosa.
Ayer pasamos un
buen rato juntas, uno de tantos, uno de los muchos que hemos vivido y que
viviremos, sin más, sin alardes, sin que nada sea más especial que el simple
hecho de estar cerquita, sea en el mercado, en casa o en la heladería.
Mañana ella
celebra su cumpleaños, hoy lo celebro yo, pues le llevo de ventaja el tiempo
que la amé antes de nacer, sin saber como era o como serían sus ojos.
Veinte años no son
nada, eso ya lo sabemos todos los amantes del tango, pero cuando son el tiempo
de vida de un hijo, veinte años es TODO.
Os dejo la
cancioncita de Serrat sobre los hijos y lo mucho que se quieren y una foto con
mi niña hace muchos años en un paseo que hicimos al río Tieté.