La luz es como la verdad, sólo hay una. Versiones de la verdad puede haber miles, pero eso no la transforma en algo diferente de lo que verdaderamente es.
Comparo mi vida con el tiempo que le lleva a una estrella hacer cualquier cosa y me doy cuenta de lo rápida que está pasando. Como soy efímera. Soy más fugaz que cualquier estrella y eso me hace sonreír. No soy un polvo cualquiera, soy polvo de estrellas fugaces.
viernes, 4 de octubre de 2019
LUZ
La luz es como la verdad, sólo hay una. Versiones de la verdad puede haber miles, pero eso no la transforma en algo diferente de lo que verdaderamente es.
jueves, 3 de octubre de 2019
GATO
Al gato blanco intentamos ponerle Drako, en honor a Drako Malfoy, pero mi madre fue incapaz de recordar ese nombre inglés y lo empezó a llamar el "blanco" para diferenciarlo de su hermano, al que llamaba "el otro".
Los dos llegaron a nuestra casa en estado de calamidad, con tiña, muchas pulgas y más hambre que miedo. Ignoraban (entre otras miles de cosas), que habían llegado a nuestra vida con una noble misión, la de hacer que mi hija pequeña se olvidase un poco de las horas terribles que siguieron al atropellamiento de nuestro Cosqui, un tigrecito maravilloso y juguetón al que todos en casa, incluida nuestra perra Kika, amábamos.
Aunque sé perfectamente que ningún animal sustituye a otro, no pude resistir intentar amenizar la tragedia. Comprendo que cada mascota tiene su propia personalidad y su manera única de querernos, sin embargo, la muerte de Cosqui nos dejó a todas muy tristes, y pensé que una forma de paliar el disgusto sería adoptar otro gatito callejero que necesitase una familia. Cuando a unos niños se les muere una abuela u otro familiar no podemos salir a la calle a adoptar otro pariente, pero cuando pierden una mascota, sí se puede traer otra a casa que les haga sentir una alegría nueva. Esa sensación de novedad sirve para diluir un poco el desastre que nos llena el corazón ante la pérdida de un animal querido y en realidad sirve tanto para los niños cuanto para los adultos.
Aunque sé perfectamente que ningún animal sustituye a otro, no pude resistir intentar amenizar la tragedia. Comprendo que cada mascota tiene su propia personalidad y su manera única de querernos, sin embargo, la muerte de Cosqui nos dejó a todas muy tristes, y pensé que una forma de paliar el disgusto sería adoptar otro gatito callejero que necesitase una familia. Cuando a unos niños se les muere una abuela u otro familiar no podemos salir a la calle a adoptar otro pariente, pero cuando pierden una mascota, sí se puede traer otra a casa que les haga sentir una alegría nueva. Esa sensación de novedad sirve para diluir un poco el desastre que nos llena el corazón ante la pérdida de un animal querido y en realidad sirve tanto para los niños cuanto para los adultos.
Nuestros dos gatitos pasaron su periodo de adaptación. Y aunque la Kika nunca los quiso ni jugó con ellos como hacía con Cosqui, los dos nuevos miembros de la familia se integraron y se fueron recuperando de sus heridas y enfermedades. Se convirtieron en dos preciosos gatos, uno Blanco y fofo de ojos dorados y el Otro, rayado de ojos verdes, aunque éste, infelizmente, nunca respiró bien y a los dos años terminó muriendo de una complicación en la clínica del veterinario de la esquina.
Desde que su hermano murió y hasta la llegada de la gatita Pandora años después, el gato Blanco pasó a ser llamado de Gato y a ese nombre respondía cuando lo llamábamos, y digo respondía porque él hablaba con nosotras de muchas maneras. Para solicitar educadamente que le abriesen una puerta o para pedir agua fresca emitía diferentes ruidos y gorgoritos, así como para saludar cuando volvíamos de la calle, despertarnos, avisar que quería cariños o protestar por los abrazos apretados de Hélène. Dominaba distintos maullidos que usaba con mucha habilidad y poseía una personalidad ingeniosa y didáctica gracias a la cual, nos entrenó pacientemente hasta que todos en casa aprendimos a entenderlo.
Esencialmente era un gato inteligente y bueno que conforme el tiempo pasaba iba creando más leyes y normas a las que nos adaptábamos los demás con la urgencia de agradarlo y hacerlo sentir mimado.
A cambio de tanto cariño él nos regalaba, a veces, una sesión de ronroneo en nuestro pecho o de fotos para ayudar a vender mis libros como modelo, otras nos ofrecía un canto gatuno que recordaba el arrullo de un pájaro y en algunos momentos extraordinarios una sonrisa. Sí, una sonrisa de delfín con la que nos hacía sentir especiales y dignos. Una sonrisa de felicidad, de que bien lo haces, de que a gusto estamos, que iluminaba la casa y secretamente me emocionaba como si alguien me acabara de premiar con el galardón galáctico del reconocimiento al amor felino.
A cambio de tanto cariño él nos regalaba, a veces, una sesión de ronroneo en nuestro pecho o de fotos para ayudar a vender mis libros como modelo, otras nos ofrecía un canto gatuno que recordaba el arrullo de un pájaro y en algunos momentos extraordinarios una sonrisa. Sí, una sonrisa de delfín con la que nos hacía sentir especiales y dignos. Una sonrisa de felicidad, de que bien lo haces, de que a gusto estamos, que iluminaba la casa y secretamente me emocionaba como si alguien me acabara de premiar con el galardón galáctico del reconocimiento al amor felino.
El Gato tuvo problemas renales después que mi madre regresó a España y esporádicamente, experimentó algunos episodios de mucho dolor cuando expulsaba sus piedrecitas. Después se recuperaba y volvía a brillar, hasta que la última vez, hace unos meses, no pudo, fue incapaz de recuperarse y murió.
Ha dejado un agujero en el alma de nuestro hogar, que no conseguimos cerrar. Kika y Pandora tienen cada una su papel único e irrepetible, pero no pasa un día en que no echemos de menos a nuestro Gato, a sus maullidos de amor y al cariño que nos regalaba a chorros. Estamos convencidas de que si hay un cielo para los gatos, él estará cómodamente instalado en una nube mullida mirando el paisaje y amando cada rayito de sol.
La nube, por supuesto, la adivino contentísima de tener un invitado tan ilustre.
Isabel Salas
La nube, por supuesto, la adivino contentísima de tener un invitado tan ilustre.
Isabel Salas
lunes, 23 de septiembre de 2019
DESTINO
En lo oscuro del útero, un corazón late por vez primera. El primero de miles de latidos, el único primer latido posible de cada corazón. A su lado, muy cerca, el dedo del destino espera. Es eterno y no late, vive sin estar vivo y nunca morirá, es apenas un dedo que toca corazones como quien acaricia paredes de vecinos al pasar.
Y espera.
Espera atento la señal inequívoca que lo hará decidir qué futuro tendrá el dueño del nuevo corazón. Unos latidos más, nuevos pulsos de vida libre. Melodía vital, tambor alegre de música que baila cantando una canción recién nacida. El dedo se acerca y con él, el resto de las manos del destino que toman al pequeño corazón mientras llega la señal. Y por fin, después de unas decenas de latidos, llega uno vibrante, diferente, musical. El destino marcará otro ser, escogido entre miles y la emoción lo embarga.
Antes de hablar debe esperar a que las lágrimas abandonen sus ojos y su garganta. Con delicadeza extrema abre sus labios y pronuncia dulcemente las palabras fatales que colocarán grilletes eternos al pequeño corazón:
– “Tus ojos brillarán con la luz de la luna y sabrán ver lo oculto y lo aparente. Sabrás amar y ser amado, pero raramente coincidirán ambas cosas. Apenas por gloriosos instantes conocerás el amor en plenitud, pero bastarán para que él sea
parte de ti.
Tu piel será capaz de descifrar los mensajes del viento y tus palabras llegarán tan lejos como el más fuerte vendaval. Tendrás el don de escuchar los olores de las flores y oler el perfume de las caricias. Tus lágrimas estarán hechas de lava de volcán y tu risa de nubes blancas. Sabrás mirar, oler, tocar, hablar y amar. Podrás sentir en ti, cada uno de los giros del planeta, escucharás sus gritos y sus risas, serás parte de ellos.
Todo será parte de ti.
Serás Poeta.”
Isabel Salas
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te contengo
Ubicación:
Curitiba, Estado de Paraná, Brasil
domingo, 8 de septiembre de 2019
ODA A LOS HUEVOS PERUANOS
Tengo una cosa en mi mano,
que nadie podrá creer,
es un huevo peruano
que no es un cojón cualquier.
Peludo como un caniche,
durito y arredondado
sabroso como el cebiche,
amo tenerlo a mi lado.
Este huevo inteligente
compañero y parlanchín,
es la envidia de la gente
y la flor de mi jardín.
Sonríe cuando le escribo
suspira cuando me voy,
Vivir sin él no concibo
por lo contenta que estoy.
Isabel Salas
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azul
Ubicación:
Cristo Rei, Curitiba - PR, 80050-350, Brasil
miércoles, 4 de septiembre de 2019
AHORA
Ahora que no estás,
nada está igual que cuando estabas.
Ni los muebles del cuarto,
ni el árbol de la puerta, ni yo,
ni nada.
Ni mis ojos tristes
que ahora lucen grises,
ni mi piel dorada,
que perdió calor,
y ahora brilla helada.
Ahora que te has ido,
inventé maneras nuevas de beber,
otras maneras de dormir
y de comer.
Ya no miro el reloj para ver que hora es.
Ya no busco tu mano
para andar en lo oscuro.
Ahora yo maldigo este mundo al revés,
huyo de lo cercano
que me recuerda a ti
y me alejo buscando otro aire
que no te conozca,
y me alejo buscando otro aire
que no te conozca,
más limpio,
más puro.
Ahora, cuando quiero reír
y tu risa no está para reír conmigo,
prefiero desistir.
No soporto escucharla ,
trato de acostumbrarme pero no lo consigo,
me suena hueca,
cuando apagada, brota
de mi garganta seca.
Ahora que te fuiste
y te llevaste todo lo llevable,
hago un recuento exacto
de cuanto me mentiste.
Recuerdo tu manera entrañable
de decirme "te quiero",
y el último y cruel acto
con que te despediste
Ahora que el amor,
dijiste,
ya no es más amor,
en nombre de los sueños que soñamos un día,
para evitar dolor,
y traer alegría,
podemos ser amigos y escapar del horror
de perder para siempre
la mutua compañía.
Sin saber responder, ni como reaccionar
ahora que dijiste lo de "Não nos perder",
te confieso amor,
que prefiero no verte,
no escucharte, no olerte,
que te vayas lejos,
muy lejos,
y me dejes solita
para poder llorarte.
Isabel Salas
domingo, 1 de septiembre de 2019
IDEM
Me tocas, me miras,
me comes, me bebes.
Me respiras.
Me besas, me tienes,
me arrullas, y a veces
me hieres.
Me hueles, me cantas,
me aplastas, me elevas.
Me encantas.
Me cielas, me lunas,
me nubes, me aires.
Me acunas.
Me corres, me llamas,
me tragas, me frenas.
Me amas.
Te idem.
Te llamo, te amo.
Isabel Salas
Etiquetas:
te contengo
Ubicación:
Ponta Grossa - Estado de Paraná, Brasil
martes, 20 de agosto de 2019
EPOSTRACISMO
Todos deberíamos saberlo, pero casi nunca somos informados a tiempo de las cosas realmente importantes. Una de ellas es que las piedras que saltan más de seis veces cuando las lanzas al agua son mucho más poderosas que las estrellas fugaces.
Eso sí, tienen de malo que hay que ser muy rápido para pedir el deseo justo entre la quinta y la sexta pirueta. Muy rápido o tener preparada una lista de deseos muy cortos para dispararlos en esos mágicos momentos. Debes hacerlo antes de que aparezca un griego con su manía de ponerle nombre a todo y te fastidie el esoterismo al informarte de que el nombre del arte de hacer las piedras rebotar sobre el agua se llama epostracismo. Lo normal es que esa información te deje decepcionado y triste. Provocará en tu mente juegos de palabras desagradables y te sorprenderás a ti mismo relacionando ideas que huelen a enfermedad mental, a infección de alguna glándula o lo que es peor, a ostracismo, ese cruel destierro al que condenaban en Grecia a las ostras, (que por lo que fuera), eran consideradas sospechosas o peligrosas para la sociedad.
O tal vez no. Tal vez estoy confundida y no eran ellas las desterradas y sí aquellos ciudadanos forzados a retirarse de la vida pública, por motivos políticos o alguna cosa tremenda. Seguramente esos excluidos, desengañados, aburridos y frustrados se iban a jugar con piedras y a pedirles deseos.
Sabe Dios
Isabel Salas
jueves, 15 de agosto de 2019
SEMILLAS DE MAR
Otros traen las manos en los bolsillos, caramelos o monedas.
Algunos traen facturas del pasado, cicatrices dobladas entre los pañuelos, pastillas para dormir, para despertar, incluso para soñar o dejar de temblar, pero tú no, tú traías semillas de mar. Tus pantalones abultaban y tu sonrisa más aún. Me miraste a los ojos mientras rebuscabas con tu mano derecha en el bolsillo y al sacarla me pediste la palma de la mía.
- Ten cuidado, que no se caigan, hay que escoger muy bien dónde se planta un mar.
Tenías razón, las planté en mi corazón sin pensarlo demasiado y mientras estuviste conmigo, fue divertido jugar juntos en la olas y descifrar los susurros de las caracolas. Lo malo es ahora, que te fuiste. No sé nadar sin ti y hay demasiada agua desbordándome.
Creen que son lágrimas.
Nunca vieron una semilla de mar mal plantada.
Isabel Salas
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