lunes, 18 de marzo de 2019

COLORES





























¿De qué color es el amor que estás soñando?
¿Amarillo como los adornos de tu pelo?
¿Rojo como tu corazón de niña?
¿Azul como el cielo?
¿Verde?

Isabel Salas









RAMIRO



El tendero del barrio es un ladrón. Siempre que puede te roba en la cuenta, en la vuelta, en el peso o en el precio.

Todos lo sabemos, y aún así acudimos a su tienda a colaborar con su necesidad de robarnos, como una costumbre local o un rito secreto ancestral del que todos somos parte.

Es como si Ramiro, que así se llama el tendero, estuviera viciado en robar y todos entendiéramos que si no colaboramos acudiendo regularmente a su mostrador a pagar el tributo, él podría morirse de síndrome de abstinencia o de la decepción. Nos quedaríamos, entonces,  sin ese bello local donde mágicamente encuentras de todo o tal vez, (Dios no lo permita), aparecería otro cabrón, más ladrón que él, a sustituirlo.

Y eso nadie lo desea, estamos acostumbrados a él.

Siempre es muy educado. Podríamos decir que es extremamente amable, y sin ser servil, sabe cómo hacer que te sientas especial. Nos saluda a todos por el nombre y nos pregunta como estamos, te dice cuando llega un pan menos correoso, o un queso más sequito, tal y como recuerda que te gusta. Se acuerda de preguntarte por la tos de la semana pasada o por las notas de la niña, que además de estar cada día más hermosa es muy buena alumna y un orgullo para la familia.

Si eres mujer te galantea y te hace sentir bonita sin caer en la vulgaridad o en el coqueteo, y si eres hombre te habla de fútbol o de marcas de cerveza y te felicita por el excelente empleo de tu hijo en la capital.

Nadie comenta sobre el comportamiento deshonesto de Ramiro. Tal vez todos creamos que somos los únicos genios que nos hemos dado cuenta de cómo nos roba, pero nadie se va a animar a decir nada. Ningún vecino va a levantar la liebre  por temor a que el resto del barrio se ponga en su contra.

Somos conscientes de su alegría cuando nos consigue sisar unos chavitos. Llega a ser tierno. Nunca es mucho, pero cualquier poquito basta para dejarlo feliz. Sospecho que esas pequeñas cantidades que nos roba a todos, las deposita secretamente en algún lugar mágico donde algún Dios terrible le cambia ese dinero sucio por años de vida o de salud para su próstata.

Sospecho también, que el silencio que guardamos en el barrio sobre el asunto es igual al que se guarda en otros barrios respecto a otros comerciantes ladrones y se debe a que intuimos que algo muy feo vive en nuestra ciudad.

Algo muy sucio y cruel que se alimenta de nuestras bajezas, de los adulterios, los engaños, las envidias, los golpes en los niños, de los perros quemados, de las calumnias y de tantas otras cosas horribles que hacemos los habitantes de nuestra pequeña y linda ciudad.

Cosas mucho peores que robar en el cambio.

Preferimos que sean los tenderos de cada barrio, los sacerdotes encargados de negociar con nuestro monstruo y por eso le sonreímos a Ramiro cuando nos agradece aliviado, la nueva compra, nuestra última contribución a su noble causa.

Es allí, en su mostrador, donde pagamos por nuestros pecados.

Y en realidad, salen baratos.

Isabel Salas


sábado, 16 de marzo de 2019

ESCONDIDO


Escondido entre flores,
sin cantar o cantando,
siempre hay dolores
que mi canario,
cura llorando.

Isabel Salas

sábado, 2 de marzo de 2019

SIN PERDÓN


No es que él
no supiera pedir perdón,
saber sabía,
pero no quería.

No es que él
no pudiera abrir su corazón,
poder podía,
mas no quería.

Tal vez ella
supiera perdonar.

Ella sabía.
Ella podía.

Pero él,
sencillamente,
no merecía.

Isabel Salas

sábado, 23 de febrero de 2019

MEMORIA



Que culpa tengo yo de que tu sofá tenga tan buena memoria. Cambia de sofá.

Isabel💜

miércoles, 20 de febrero de 2019

CALMA, MAR, AMAR



 
Calma en mar. 
Así. 

Calma en alma, 
mar en alma, 
calma en mí. 

Con tu voz de calmar, 
tu voz de amar. 
tu voz de mar. 

Así, 
sin más, 
con mar. 

Con la calma en mar 
del mar en calma.

Isabel Salas

lunes, 11 de febrero de 2019

DESEOS



Se llenó de pronto
 el saco azul de mis deseos 
como se llenan los estadios 
para una final, 
o los patios para los recreos. 

Un lleno muy lleno, 
completo y total.

Deseos 
de cosas que nunca he tenido, 
y otros más caseros. 

Deseos 
que tuve hace tiempo 
y que con el tiempo perdí.

Algunos 
sonaban igual que un latido 
que late en los ecos de un sueño 
que nunca dormí,
y otros eran cascabeles 
con ruido de plata 
que olían a fiesta, 
a luna, 
a prohibido,
al vino sagrado que un día bebí.

De nuevo, 
por fin, 
los deseos llenaban los huecos 
del saco vacío.

Lo adornaban de nuevo 
con flecos de ropa de baile,
perfumados con clavo, 
clavel y canela.

Y todo iba bien.
Todo.

Hasta que fui 
a enseñarte mi saco.

Feliz, 
impaciente te busqué 
y te vi.

Te encontré llorando en la playa, 
 anhelando el pasado.
Añorando
 el amor de tu álbum de fotos,
la mejor, la primera.

La que supo robar tu verano 
y te dejó
 para siempre 
anclado y dañado
en la primavera.

Isabel Salas








viernes, 1 de febrero de 2019

CARNE DE CORAZÓN



Me gustaría acabar con todo ese arsenal de penas y por fin, poder tener un corazón hecho de carne de corazón y no de tripas.

Isabel Salas