Comparo mi vida con el tiempo que le lleva a una estrella hacer cualquier cosa y me doy cuenta de lo rápida que está pasando. Como soy efímera. Soy más fugaz que cualquier estrella y eso me hace sonreír. No soy un polvo cualquiera, soy polvo de estrellas fugaces.
lunes, 1 de abril de 2019
lunes, 18 de marzo de 2019
COLORES
¿De qué color es el amor que estás soñando?
¿Amarillo como los adornos de tu pelo?
¿Rojo como tu corazón de niña?
¿Azul como el cielo?
¿Verde?
Isabel Salas
RAMIRO
El tendero del barrio es un ladrón. Siempre que puede te roba en la cuenta,
en la vuelta, en el peso o en el precio.
Es como si Ramiro, que así se llama el tendero, estuviera viciado en robar y
todos entendiéramos que si no colaboramos acudiendo regularmente a su mostrador
a pagar el tributo, él podría morirse de síndrome de abstinencia o de la
decepción. Nos quedaríamos, entonces, sin ese bello local donde mágicamente
encuentras de todo o tal vez, (Dios no lo permita), aparecería otro cabrón, más
ladrón que él, a sustituirlo.
Y eso nadie lo desea, estamos acostumbrados a él.
Siempre es muy educado. Podríamos decir que es extremamente amable, y sin
ser servil, sabe cómo hacer que te sientas especial. Nos saluda a todos por el
nombre y nos pregunta como estamos, te dice cuando llega un pan menos correoso,
o un queso más sequito, tal y como recuerda que te gusta. Se acuerda de preguntarte por la tos de la semana pasada o por las notas de la niña, que
además de estar cada día más hermosa es muy buena alumna y un orgullo para la
familia.
Si eres mujer te galantea y te hace sentir bonita sin caer en la vulgaridad
o en el coqueteo, y si eres hombre te habla de fútbol o de marcas de cerveza y
te felicita por el excelente empleo de tu hijo en la capital.
Nadie comenta sobre el comportamiento deshonesto de Ramiro. Tal vez todos creamos que somos los únicos genios que nos hemos dado cuenta
de cómo nos roba, pero nadie se va a animar a decir nada. Ningún vecino va a
levantar la liebre por temor a que el
resto del barrio se ponga en su contra.
Somos conscientes de su alegría cuando nos consigue sisar unos chavitos. Llega a ser tierno. Nunca es mucho, pero cualquier poquito basta para dejarlo
feliz. Sospecho que esas pequeñas cantidades que nos roba a todos, las deposita
secretamente en algún lugar mágico donde algún Dios terrible le cambia ese dinero
sucio por años de vida o de salud para su próstata.
Sospecho también, que el silencio que guardamos en el barrio sobre el
asunto es igual al que se guarda en otros barrios respecto a otros comerciantes
ladrones y se debe a que intuimos que algo muy feo vive en nuestra ciudad.
Algo muy sucio y cruel que se alimenta de nuestras bajezas, de los
adulterios, los engaños, las envidias, los golpes en los niños, de los perros
quemados, de las calumnias y de tantas otras cosas horribles que hacemos los
habitantes de nuestra pequeña y linda ciudad.
Cosas mucho peores que robar en el cambio.
Preferimos que sean los tenderos de cada barrio, los sacerdotes encargados
de negociar con nuestro monstruo y por eso le sonreímos a Ramiro cuando nos agradece
aliviado, la nueva compra, nuestra última contribución a su noble causa.
Es allí, en su mostrador, donde pagamos por nuestros pecados.
Y en realidad, salen baratos.
Isabel Salas
sábado, 16 de marzo de 2019
ESCONDIDO
Escondido entre flores,
sin cantar o cantando,
siempre hay dolores
que mi canario,
cura llorando.
Isabel Salas
sábado, 2 de marzo de 2019
SIN PERDÓN
No es que él
no supiera pedir perdón,
saber sabía,
pero no quería.
No es que él
no pudiera abrir su corazón,
poder podía,
mas no quería.
Tal vez ella
supiera perdonar.
Ella sabía.
Ella podía.
Pero él,
sencillamente,
no merecía.
Isabel Salas
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sábado, 23 de febrero de 2019
MEMORIA
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miércoles, 20 de febrero de 2019
CALMA, MAR, AMAR
Calma en mar.
Así.
Calma en alma,
mar en alma,
calma en mí.
Con tu voz de calmar,
tu voz de amar.
tu voz de mar.
Así,
sin más,
con mar.
Con la calma en mar
del mar en calma.
Isabel Salas
Isabel Salas
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lunes, 11 de febrero de 2019
DESEOS
Se llenó de pronto
el saco azul de mis deseos
como se llenan los estadios
para una final,
o los patios para los recreos.
para una final,
o los patios para los recreos.
Un lleno muy lleno,
completo y total.
Deseos
de cosas que nunca he tenido,
de cosas que nunca he tenido,
y otros más caseros.
Deseos
que tuve hace tiempo
y que con el tiempo perdí.
que tuve hace tiempo
y que con el tiempo perdí.
Algunos
sonaban igual que un latido
que late en los ecos de un sueño
que nunca dormí,
que nunca dormí,
y otros eran cascabeles
con ruido de plata
con ruido de plata
que olían a fiesta,
a luna,
a prohibido,
a luna,
a prohibido,
al vino sagrado que un día bebí.
De nuevo,
por fin,
por fin,
los deseos llenaban los huecos
del saco vacío.
del saco vacío.
Lo adornaban de nuevo
con flecos de ropa de baile,
perfumados con clavo,
clavel y canela.
Y todo iba bien.
clavel y canela.
Y todo iba bien.
Todo.
Hasta que fui
a enseñarte mi saco.
a enseñarte mi saco.
Feliz,
impaciente te busqué
impaciente te busqué
y te vi.
Te encontré llorando en la playa,
anhelando el pasado.
Añorando
el amor de tu álbum de fotos,
el amor de tu álbum de fotos,
la mejor, la primera.
La que supo robar tu verano
y te dejó
para siempre
para siempre
anclado y dañado
en la primavera.
Isabel Salas
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te contengo
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