miércoles, 1 de diciembre de 2021

ALGUNAS COSAS


Algunas cosas,
al dejar de doler,
son peor que el dolor.

Son la evidencia 
de lo mortal que es el amor.
De lo letal
que es la traición.

Algunas cosas
cuando no duelen,
matan igual que cuando hieren.

Son una rosa seca 
que ya no huele, 
pero aún así...
saberla muerta, 
duele.

Como el amor aquel
que yo por ti sentía,
que se murió,
matándome un poquito,
cuando aún
dolía.

Isabel Salas





jueves, 25 de noviembre de 2021

PARISES


Algunas noches, ante algunos fuegos, he sentido la necesidad imperiosa de alimentarlos quemando algunas cosas que nunca imaginé quemar. Es tan fácil dejarse llevar por ese entusiasmo piromaníaco, espontaneo y casi  infantil de ver arder algunas cosas... 

Faldas que nos recuerdan momentos grises, dibujos de niños que ya han crecido, Romas, fotos que no significarán nada para nadie ahora que ya no significan nada para mí, Troyas, zapatos, Parises, camisas, Lisboas, tickets de teatro, fábricas textiles con humos morados, cartas del banco, carnets de biblioteca, talonarios del banco Santander de alguna cuenta conjunta, otra camisa, el otro zapato, una caja de madera de guardar recuerdos y otro montón de cosas que sólo echo de menos cuando me olvido que las quemé y las busco para mirarlas a los ojos.

Y entonces no sé si algunos fuegos me convocan, sin querer, a hacer tonterías,  si algunas cosas nacieron para ser quemadas, antes o después, o si el problema soy yo, que me dejo embrujar por las llamas y termino quemando algunas cosas que no había imaginado quemar nunca y luego quiero volverlas a mirar y ya no están y me quedo desorientada y triste sin poder leer los dos nombres juntos en los putos cheques de la maldita cuenta conjunta del banco Santander, sucursal Larios, nueve.

No sé si la culpa es mía por ser una piromaniaca infantil arrebatada por entusiasmos espontáneos irresistibles o es de algunos inviernos, que son demasiado fríos y duran demasiado o de algunas noches, que se llenan de fuegos muertos de hambre, habitados por llamas que se ríen de mis fotos y de mis Parises y simplemente, se los quieren comer.

Isabel Salas

miércoles, 17 de noviembre de 2021

ME GUSTO


Me gusta mi nombre 
dentro de tus besos.

Me gusta mi luz, 
espejada en tus ojos.

Me gusta mi pelo,
cuando, feliz,  
acaricia tus dedos.

Me gusto yo contigo,
yo con tú
yo enterita.

Cuando tú estás
conmigo,
me gusto yo.

Isabel Salas

sábado, 6 de noviembre de 2021

OLORES TATUADOS



El olor de pan, 
de suelo limpio, 
de flan de abuela. 


El olor del mar, 
de zapatos nuevos, 
de bola de nieve, 
de las colonias que usaban 
las personas que nos gustaban. 

De pelo de madre, 
de coches de amigos, 
de fila de circo.

Olores buenos de momentos buenos 
que nos hacen buenos.

Olores tatuados dentro de nuestros recuerdos 
que sirve de moneda de rescate 
para los días grises en que la vida se levanta mafiosa 
y nos secuestra la alegría.

Para joder un poco, 
sin maldad, 
sin mala intención... 

Ya sabéis como es ella a veces, 
tan jodida, 
la jodida vida. 

Isabel Salas


DEL LIBRO: NAVAJA DE LLAVERO



miércoles, 3 de noviembre de 2021

TRISTEZA DE GOMA

He estado tantas veces triste y por tantos motivos que al final mi tristeza ha evolucionado, ya no es abstracta ni inmaterial, se transformó en algo tangible, rebota como una bola de goma y antes de que me de tiempo a sentirla, da un bote, se escapa por la ventana y sale corriendo calle abajo. Parece una de esas piedras que saltan en los ríos, sin ruido ni futuro.
Las piedras se las traga el agua y a mi tristeza se la traga el mundo, con su hambre de monstruo que todo lo engulle, hambre de cosas feas o bellas, todo le sirve.

Hasta el derecho a saborear mi tristeza intangible, me ha sido vetado con el tiempo, como si ya se hubiera gastado mi cupo de sinsabores y el Dios de las bolas de goma hubiera encontrado ese recurso milagroso para mimarme. Misericordiosamente transforma mis penas en pelotitas de colores y es todo tan rápido, que a veces tengo que esforzarme mucho si quiero mirarlas, pues dispongo de pocos segundos antes de verlas saltar alejándose de mí. Corren tanto que antes de saber porqué estoy triste, las penas malditas ya se alejan sin decirme adiós. 

Ni hola me dicen, ni cómo estás... y yo no sé que hacer...si correr detrás de ellas para mirarlas o cerrar mis ojos y empujar las lágrimas para adentro antes de que salgan a desperdiciarse  llorando penas que se van sin despedirse.

Isabel Salas


domingo, 24 de octubre de 2021

NUBES VARADAS


Hoy me acordé de una ballena que lloraba en la playa, hace muchos años, mientras se moría.

Incapaz de regresar al mar, me enseñó el significado de la palabra varada y nunca más lo olvidé. Hasta hoy esa palabra me huele a muerte y evito usarla pero sé lo que significa y sé que lo mismo se aplica a ballenas que a vidas humanas.

Yo tenía nueve años y estaba entre el grupo de curiosos que observaba su agonía sin entender porque nadie hacía nada para empujarla rodando o al menos intentarlo.

Después de unos minutos me acerqué y miré sus ojos preguntándome si las ballenas muertas van a un cielo de ballenas a ser felices con su Dios justo y bueno. Me las imaginaba a todas nadando a su derecha en un mar celestial diseñado como un teatro romano para que ninguna, accidentalmente, se pusiera sin querer a nadar a la izquierda del ser supremo celestial. 

La izquierda de los dioses es como una parada de autobús al sol.
Nadie quiere estar allí.

No sabía que decirle a la ballena.

La miré con atención. Era tan bonita como una nube de esas que parecen algodón dulce y a mí lo que me apetecía realmente era pedirle perdón o cantarle una canción. Algo que la distrajese un poco en aquella larga agonía que tenía por delante y que hiciese que el único ojo que conseguía verle dejase de llorar.

Aquel día aprendí que el llanto de las ballenas es contagioso y lloré mucho con ella sin entender porque los mayores estaban allí mirando sin reaccionar. Me juré a mí misma que cuando yo creciese empujaría las ballenas varadas con todas mis fuerzas.

Y lo cumplo.
A veces se me acaban las fuerzas, pero las ballenas no se acaban nunca.

Isabel Salas

jueves, 7 de octubre de 2021

FUMATA BIANCA


Es verdad que me gustan
varias cosas de ti.

La manera procaz
con que abordas asuntos
que alborotan y asustan.

Y esa forma eficaz, 
que tienes,
sin alardes, de señalar la llaga
y poner los difuntos en cuarentena,
en cuanto vas y vienes,
de la zeca a la meca
subiendo terraplenes bajo la luna llena,
o visitando harenes, 
después de haber salido
santificado,
de un templo azteca.

Y esa sonrisa franca,
llena de estrellas impredecibles,
que me regalas gratis,
sabiendo que no hay saldo
en mi tarjeta visa, 
ni puchero en mi caldo
y que mis alimentos,
son perecibles.

Y ese brillo en los ojos
a veces indoloro
y otras flotando inerte,
rielando entre despojos,
en tu piscina
saturada de cloro.

Y me gusta también
esa manera suave 
con que dices mi nombre, 
untándolo en tu pan, 
mientras no dices ven
ni me hablas sobre agua
ni me ofreces tu llave.

Pero quitas mi sed,
me quemas en tu fragua
me llevas a volar
y vuelvo a ser capaz de pilotar, 
de nuevo,
la desahuciada nave
que quiere regresar.

Y me gustan, 
por fin,
el tronco bendecido por tu hacha,
sacrificado para ser palanca,
y esa copa 
que brinda y emborracha.

Con ella izas, a la salud de Odin,
el rayo vengador,
de tu fumata bianca.

Isabel Salas

viernes, 1 de octubre de 2021

SIN CONDICIÓN



Ese momento
(glorioso)
en que el hombre
que te gusta,
te comenta
(receloso)
que un raro azar
lo atosiga.

Un tormento
(lo persigue),
lo fustiga
y lo castiga
sin que nada lo mitigue.

De él,
tan solo las más tontas
consiguen enamorarse,
seducirlo,
encapricharse
(perseguirlo)
y después, ante el descaso,
(joderlo)
y encabronarse.


Y también
te sientes tú
tonta igual
(a las demás),
antes de pestañear
y ponerte a elucubrar
si conviene persistir
o (si es mejor)
desistir.

Concentrarse en olvidar
y buscar 
alguien mejor
(con quien tus sueños cumplir)
que aún confíe
en el amor
y ajeno a la decepción,
libre de esa maldición,
te entregue su corazón,
sin ninguna
condición.

Isabel Salas