Comparo mi vida con el tiempo que le lleva a una estrella hacer cualquier cosa y me doy cuenta de lo rápida que está pasando. Como soy efímera. Soy más fugaz que cualquier estrella y eso me hace sonreír. No soy un polvo cualquiera, soy polvo de estrellas fugaces.
domingo, 3 de abril de 2022
SIN BESOS
viernes, 1 de abril de 2022
BUENOS DÍAS MÁGICOS
él será un imán
ya no habrá tuyo o mío.
en el mismo río.
en despertares sin sabor,
por rencores aboyados.
cuatro metros de abrazos,
cinco kilos de besos
viernes, 25 de marzo de 2022
EFECTO DOMINÓ
curada.
Isabel Salas
jueves, 10 de marzo de 2022
LA CAMISETA
Lo sé sin verte porque aún te siento y sin que mis ojos lo confirmen, mi corazón sabe cuando estás rondando. Mis ojos, mi sangre y mis pulmones que se ponen pequeños y no recuerdan como se respira.
En el tercer cajón de la cómoda, justo al lado del camisón de reserva, ese que compré por si un día necesito pasar unos días en el hospital, estaba tu camiseta verde.
Allí estaba, mirándome con sus ojos de camiseta, la cabrona.
No me gustó su mirada, no me gustó encontrarla allí y si te soy franca, tampoco me gustó nunca ese tono exacto de verde, así que dejándome llevar por la necesidad imperiosa de ejercer mi derecho a la defensa propia, la saqué del cajón ignorando sus gritos, la llevé a la cocina y encima de la encimera, con el cuidado de los rituales mágicos, la corté.
Tardé unos minutos.
No es fácil cortar tela vieja pero después de un rato tenía un montón de jirones verdes del mismo color que tus ojos.
Habrá quien no lo entienda porque hay gente muy insensible para estas cosas, pero sé que también habrá quien sepa lo importante que es dejar espacio libre al lado de los camisones de reserva en los terceros cajones de las cómodas del mundo. Y si para eso hay que tomar medidas drásticas... pues se toman, como se toma tequila con limón o se desmenuzan colores de ojos o se toma la justicia de la mano cuando la pillamos desprevenida y la cortamos por lo sano.
Isabel Salas
viernes, 4 de marzo de 2022
HACIA ADENTRO
martes, 1 de marzo de 2022
MOMENTOS FUGACES
viernes, 18 de febrero de 2022
EL PODER DE LA INTUICIÓN
La historia de cómo el corazón y el intestino piensan por nosotros y cómo se descubrieron las neuronas que existen en esos dos órganos, es fascinante y nos demuestra lo poco que sabíamos del cuerpo humano hace solo unas décadas. Aunque hoy en día se habla del "segundo cerebro" en el intestino y del "cerebro cardíaco", llegar a entender que estas redes neuronales eran capaces de influir en nuestras emociones y decisiones tomó más de un siglo de investigación.
El primer paso en esta dirección lo dio Leopold Auerbach, un anatomista alemán que, en 1862, identificó una red neuronal en el intestino que bautizó como plexo mientérico o plexo de Auerbach. Esta red se distribuye a lo largo del tracto digestivo y es capaz de funcionar de manera independiente del cerebro. Luego, a finales del siglo XIX y principios del XX, Santiago Ramón y Cajal revolucionó el estudio del sistema nervioso demostrando que las neuronas no forman una red continua como se pensaba, sino que son células individuales capaces de comunicarse entre sí. Este descubrimiento fue fundamental para que la neurociencia avanzara y los científicos pudieran estudiar cómo funcionan estas células en diferentes partes del cuerpo, no solo en el cerebro.
Sin embargo, fue en el siglo XX, con la llegada de nuevas técnicas de investigación, cuando se pudo profundizar en las funciones de las neuronas en el intestino y el corazón. En la década de 1990, el Dr. Michael Gershon se centró en el estudio de este "segundo cerebro" en el intestino y descubrió que contiene más de 100 millones de neuronas que, además de controlar la digestión, pueden influir en nuestro estado de ánimo, en nuestras emociones e incluso en cómo percibimos ciertas situaciones. Esta fue una de las primeras confirmaciones científicas de que el intestino no solo procesa alimentos, sino también información.
Algo similar ocurre con el corazón. Investigadores encontraron una pequeña pero significativa red de neuronas en el tejido cardíaco que se encarga de controlar algunos aspectos del ritmo cardíaco y enviar señales al cerebro. Es como si el corazón tuviera su propio centro de control y, al igual que el intestino, es capaz de interpretar señales y enviar mensajes. Todo esto ocurre a través de la conexión con el cerebro por el nervio vago, creando una comunicación constante y bidireccional.
¿Y cómo se traduce todo esto en la vida diaria? ¿Qué significa que el intestino y el corazón "piensan"? Pues bien, significa que cuando experimentamos sensaciones como "mariposas en el estómago" antes de una decisión importante, o cuando sentimos que el corazón late más rápido o con más fuerza ante una situación que nos genera inseguridad, no son solo reacciones aleatorias. Esas neuronas en el intestino y el corazón están percibiendo señales del entorno o del cuerpo que el cerebro racional puede no captar con claridad.
Muchas veces, ignorar esas señales, o decidir no hacerles caso porque "no tienen lógica" o "no se pueden explicar", puede llevarnos a tomar decisiones precipitadas o poco seguras. Pensemos en situaciones cotidianas: has sentido una corazonada de que alguien no es de fiar, pero decides no prestarle atención porque no tienes pruebas racionales para justificarlo. Semanas después, te das cuenta de que esa persona te traicionó o no actuó de manera honesta. O quizás en una reunión importante sientes un nudo en el estómago que te advierte que deberías ser más cauteloso con lo que dices, pero no lo haces y terminas metiéndote en un conflicto innecesario.
No hacer caso a estas señales del corazón o del intestino puede llevarnos a problemas que, de haber prestado atención, podríamos haber evitado. En nuestro afán por ser "racionales", creer que tenemos que hacer caso al cerebro y no dejarnos llevar por "sentimientos sin lógica", a veces nos ponemos en peligro sin darnos cuenta. Es como si estuviéramos desconectando las alarmas de seguridad de nuestro propio cuerpo, ignorando advertencias que llevan miles de años evolucionando para mantenernos a salvo.
Por eso, aprender a escuchar y entender estas señales no significa ser irracional, sino ser más consciente de toda la información que nuestro cuerpo nos está brindando. Después de todo, no se trata de que el cerebro sea el único que toma decisiones, sino de que todas estas "mentes" —la cerebral, la cardíaca y la intestinal— trabajen en equipo para mantenernos seguros y bien encaminados en la vida.
Desde que lo entendí trato de escuchar más mis intuiciones y no descartar los avisos que mi cuerpo me envía. Espero que tú a partir de ahora, investigues todo este tema tan interesante y lo vayas aplicando.
Isabel Salas
domingo, 6 de febrero de 2022
AZÚCAR Y LIMÓN
y miel.
y pezón.
tinta y papel.
Piel
y sudor.
piedra
y cincel
sexo
y amor.