martes, 30 de enero de 2018

A TUS PIES



..Y aquel amor, 
cansado de esperarte, 
desplomado y exahusto, 
ahogado de estupor,
cayó sin vida 
sin tiempo a saludarte,
cubierto de sudor
frío  e infausto,
a los tardíos pies 
de tu regreso. 


Después de tanto esfuerzo 
por mantenerse a flote,
muere en la orilla, 
el valeroso bote
que tu descaso humilla.



Isabel Salas



sábado, 27 de enero de 2018

MALTRATADOR


Mal hijo, 
mal compañero,
pésimo hermano.

Siempre dispuesto
a alzar la voz
y a levantar la mano.

Mal hombre,
ínfimo amigo,
cobarde,
pendenciero,
mal padre,
peor marido.

Siempre ocupado
en señalar la falta,
exigiendo respeto,

Siempre dispuesto
a joder y a humillar.

En cada manifiesto,
destruir y asustar. 

Mala persona,
mala compañía,
imponiendo el terror
como el pan nuestro de cada día
en la casa que sufre
la presencia de azufre
de cada terrorista
y asqueroso extremista,
maltratador.


Isabel Salas





lunes, 1 de enero de 2018

LA GOTA DE ROCÍO


Yo quiero ser para ti 
vela, navío y puerto,
la llegada anhelada,
y tu destino cierto.

Raíz de tu sonrisa, 
 lecho de tu reposo,
 la palabra precisa,
sol en día lluvioso.

Quiero vivir contigo,
ser tu cauce y tu río,
el camino marcado,
la gota de rocío.

Poder llamarte mío
y que nada me excluya.
Ser parte de tu mundo
sabiendo que soy tuya.

Isabel Salas



En general, no me gusta explicar los poemas, ponerles fecha o decir a quien se los dedico ni quien fue el "muso" que los inspiró. Me gusta publicarlos sin más y que cada persona que los lea, lo haga sin conocer su origen ni su destino.

Sin embargo, hoy, al releer éste, rebuscando entre los cientos de emails donde guardo mis cosas, me ha hecho sonreír y me ha obligado a viajar en el tiempo hasta aquellos años en que el daño aún no era irreparable, donde la ingenuidad brillaba y el amor era posible.

Creo que yo tendría veinte o veintiún años cuando lo escribí, luchaba con las rimas y las métricas y estaba completamente enamorada. 

Treinta años después, me importan más las rimas que las métricas y vuelvo a estar enamorada, no con aquel amor de carpeta de instituto sino con uno de sonrisa rota, de alma en vilo y cicatrices varias. Yo he cambiado y mi forma de escribir también, pero mi amor es el mismo, valiente y generoso, esperando siempre con la boca abierta los besos del hombre que me inspira versos y me hace sonreír.

Feliz 2018 a todos los que entran a leerme en el Blog, muchos besos.




jueves, 28 de diciembre de 2017

CUARTO 310





Escribo a veces para todos, para cualquiera, para nadie en particular, y cada palabra es una piedra lanzada al lago sin apuntar a ningún pez, sin instintos asesinos ni destinatario.

Otras te escribo a ti.

Escribirte convierte cada palabra en un misil lleno de lagos, de peces, de intenciones y de flores, todas apuntan hacia ti y todas quieren ser letales porque a veces, hay demasiadas cosas vivas a mi alrededor, y ninguna eres tú y no me sirven.

Intento no hacerlo, quiero ser buena como me enseñaron de niña y hablarle al mundo de las margaritas psicólogas y del arrullo del mar cuando juega a ser paloma, pero las margaritas desdentadas no me interesan y el mar sólo sonaba bien contigo dentro. 

En aquella cajita de madera tallada que me regalaste aún guardo el ruido de las olas junto a la llave que robaste en el Hotel París aquella Navidad. Me dio miedo y sentí vergüenza, pero dijiste que la devolveríamos el día que me la cambiaras por la de nuestra propia casa, que diríamos que en un descuido la habíamos guardado en la maleta y pediríamos disculpas.

Me convenciste, como me convencías de todo.

Nunca te conté que con el tiempo, y pasado el susto,  mi plan secreto era devolver la llave y conservar el llavero para nuestra casa. Tampoco sabes que el Hotel cerró y ahora en su lugar hay un aparcamiento adyacente a un centro comercial. 

Hace unos meses pasé por allí y mi corazón casi se para al mirar el aire vacío de hotel, de ti, de mi y nuestro cuarto. Saber que estaba allí me hacía pensar que guardar la llave era una manera de garantizar tu regreso.

Ayer volví al mar, a contarle mis cosas y a lanzar nuestra llave. La lancé como esas palabras que no son para nadie y disparo a veces dentro de los poemas que no tienen destino, pero no fui capaz de deshacerme del llavero.

Aquí sigue conmigo, esperando la llave que me prometiste.

Isabel Salas




domingo, 17 de diciembre de 2017

PALOMITAS







No es novedad estar tan triste, ya estuve triste antes y antes de antes. Lo que es nuevo es estar así. Profundamente derrotada y no poder buscar consuelo en ti. Es una gran novedad que me cuesta gestionar. 

Ahora, cuando un dolor aprieta y quiero correr, ese acelerar el paso no es para buscar tu abrazo o tu consuelo y eso me desorienta pues mi primer impulso es buscarte y enseguida el segundo es frenar en seco esas ganas de hablarte, cerrar la boca para  que tu nombre no salga y me caiga a los pies como una paloma de la paz muerta por fuego amigo.

Hace meses que corro al contrario, como un río corriendo tierra adentro, huyendo de tu voz, de tus palabras y del montón de recuerdos y momentos felices que nos ataron de tantas maneras y en cierto modo me sale bien, huir del pasado, y de todo lo que me recuerda a ti.

Es fácil, lo difícil es huir del futuro.

Lo del futuro y especialmente todo lo que tiene que ver con hacer planes me sale mal amor, no es que no quiera hacerlos, es que no sé como hacer un maldito plan de nada que no te incluya. 

Soñar despierta pierde la gracia cuando llego a la parte del sueño donde necesito una mano para imaginarla yendo de la mía al caminar por la playa o acariciando mis pestañas después de hacer el amor. Se me hace un nudo en la entrañas del corazón, aunque me aguanto y no lloro.

Las lágrimas las dejo para cuando imagino quien sujetará el paquete de palomitas en el cine.

Isabel Salas

martes, 5 de diciembre de 2017

JUGUEMOS

 
 
Si no quieres jugar
guardo mis indios en su cajita,
pero si quieres...
saca los tuyos. 


Todos.
Como yo.

Isabel Salas

miércoles, 22 de noviembre de 2017

GANDÚL, GANSO Y GAÑÁN



Nunca he sabido hacer reseñas, pero creo que sé expresar con entusiasmo mi amor por la poesía y por los poetas que, como Juan Mantero, saben tocar mi alma, arañando algunas veces, acariciando otras, dejando palabras y versos  marcados en ella y ese nudo en la garganta que sin querer se transforma en lágrimas o sonrisas, para al final dejarme ese regustito en la boca de admiración (ese eufemismo con que nos gusta llamar a la envidia "buena") y ganas de mejorar mis propias letras para que alguien al leerme sienta lo mismo que yo, al leer a los que admiro.


Y renuncio a escribir desde mi vientre, 
y reprimo mi arcada literaria, 
y paso de hacer daño gratuito,
y en vez de hacer terapia revisito

Sumergirme en el primer libro de Juan Mantero me recordó en cada una de sus páginas los motivos que desde niña me llevaron a preferir la poesía entre todos los otros géneros literarios, aunque Juan es un poeta que en realidad no escribe, él expulsa. A veces a chorros y otras a tirones como las muelas del juicio al ser extraídas, con un dolor vivo que a ratos se adivina caliente o nos parece helado y misericordiosamente anestesiado, pero siempre benevolente, sin condenar a ninguno de los demonios que parecen haberlo atormentado desde antes de nacer.

Los ceros a la izquierda
también somos humanos,
no importa que nos muerdan,
reímos y lloramos,
y aun contra las cuerdas
movemos nuestras manos,
respondemos a ofensas
sin pensar en los daños.

No confundamos generosidad con condescendencia, ni crueldad con crudeza. Juan Mantero es el puñal de la herida y al mismo tiempo la sangre y el paño limpio que ayuda a contener esa hemorragia que tan bien conozco porque la he reconocido en otros escritores y en mí misma también.

Sé por él, que siempre escribe con mensaje incluido, disparando directo a blancos que él determina y que los que lo conocemos podemos imaginar, y sin duda, eso le confiere un morbo extra a sus letras para los que conviven con él, pero a mí, más que intentar adivinar quienes son los destinatarios de sus letras, me interesa más apreciar el dolor, el frío, la soledad o el desconsuelo que hombres íntegros como Juan Mantero pueden llegar a sentir viviendo en este mundo tan hostil y tan cruel con los caballeros cabales como él.

Me es muy difícil escoger mi pedacito preferido, pues desde la dedicatoria sencilla y potente a la ultima letra del ultimo poema, he disfrutado, me he emocionado, he llorado, me he sentido parte de los escenarios a los que me arrastró, he olido el frío mojado de las catedrales en obra y lamentado profundamente no estar más cerquita para invitarlo a un café o pedirle que me lleve a pasar una tarde de fiesta en Huesca, aprendiendo a enamorarme de una de sus ciudades.
Y yo que paseaba hace bien poco,
altanero, con mi parrilla al cuello,
ahora soy el ausente, y nada importo,
la fiesta continúa sin resuello.

Solo me queda levantar mi copa,
brindar por mi patrón en la diáspora,
desear volver a ponerme la ropa
blanca y verde, inmaculada aurora.

Porque esa es otra, leer a Juan a Mantero es aprender a amar sus ciudades, que no son pocas, la preciosa Estella, la entrañable Pamplona y Huesca, entre otras, la ciudad donde su padre, (el papá de la dedicatoria, al que todos aprendemos a querer gracias a este libro) lo espera cada poco para sentarse en una cafetería a mirarse, a hablar o hacer como no importa tanto quererse tanto, admirarse tanto mutuamente y sentir ese orgullo mutuo que se parece tanto a unas castañas asadas en plena tarde invernal y que tantó nos hace desear ser parte de ese amor que se profesan.

Me pongo guapa para despedirme y recomendaros a todos los amantes de la poesía que os regaléis el privilegio de gandulear unas horas haciendo el ganso, entre los versos de este gañán. 

Es lo que hay, 
no pidáis a un gañán más apostura, 
ni a un ganso una pizca de cordura.
Hoy me tocaba hablar de mí conmigo, 
sólo y, sin embargo, acompañado, 
con "buenas noches", 
con "¿todavía no has cenado?", 
con "¡qué bien me lo he pasado!".
Y ponte guapa, 
que hoy toca ganso aún en la distancia


Juan, gracias por permitirme saborear tu libro unos días antes de salir a la luz, y gracias sobre todo por ser mi amigo en la distancia y mostrarme el lado más amable de la vida con tu generosidad y tu talento.

Un abrazo

Isabel Salas